Hoy ha sido un día de esos que podríamos llamar complicados, en el que creo no he dejado de correr ni un solo segundo, y además se ha hecho muy largoooooooooooooo, tan largo que acabo de leer el último e-mail que estaba en negrita en mi bandeja de entrada.
Después de leerlo varias veces, no he podido evitar alguna que otra lagrima de emoción, al mismo tiempo que me ha acompañado una dulce sonrisa.
Muchas Gracias Mi Nuria !!! por convertir un día complicadillo, o como yo diría fatalito en un día PRECIOSO.
Este es el texto que Nuria me ha hecho llegar en un e-mail, cuyo asunto era el mismo de esta entrada. (me he permitido omitir algunas frases que son muy personales).
Como dice Nuria el mundo no ayuda, y yo añado: el mundo esta muy loco.
Ahora sí, el día llega a su fin, solo queda esa pequeña rutina que desde hace años, repito cada noche, uno de mis deliciosos momentos, fumar un cigarrito en la ventana, escuchando el silencio de la noche y deseando que mañana sea un precioso día.
Las pequeñeces son lo eterno, y lo demás, todo lo demás, lo breve, lo muy breve.
(Antonio Porchia)
Pues eso,
Celia.
Que es
otoño, hace frío, con esto de la crisis cada vez se hace más complicado
conseguir el más mínimo esfuerzo por cambiar las cosas, especialmente por parte
de unos pocos... Muchas veces te toca estar en medio, y no es fácil contentar a
unos y a otros. El ritmo de trabajo es una absoluta pérdida de olla. Y todo
está pensado para que vuelvas a casa y te encierres en otro habitáculo, lo
mismo me da los metros cuadrados que tenga, en el que te esperan nuevos
problemas que solucionar. La cabeza no tiene tiempo de parar. Y no dejamos que
el subconsciente nos aleje de esta locura; lo hemos corrompido también a él.
Parece que
ya no hay tiempo para nada. No hay tiempo para acudir a una amiga a que te dé
un abrazo sin más cuando lo necesitas. Ya nadie mira hacia arriba o hacia abajo
el mundo. Ya nadie se sonríe. Y muy pocos son capaces de percatarse del detalle
más nimio, pero más hermoso que nos puede estar rozando, porque nos están
haciendo inmunes a la felicidad...
No eres tú,
Celia. Tú no eres la que no funciona. Es que el mundo no ayuda.