miércoles, 19 de noviembre de 2014

Mi Celia!!!!





Hoy ha sido un día de esos que podríamos llamar complicados, en el que creo no he dejado de correr ni un solo segundo, y además se ha hecho muy largoooooooooooooo, tan largo que acabo de leer el último e-mail que estaba en negrita en mi bandeja de entrada.

Después de leerlo varias veces, no he podido evitar alguna que otra lagrima de emoción, al mismo tiempo que me ha acompañado una dulce sonrisa.

Muchas Gracias Mi Nuria !!! por convertir un día complicadillo, o como yo diría fatalito en un día PRECIOSO. 

Este es el texto que Nuria me ha hecho llegar en un e-mail, cuyo asunto era el mismo de esta entrada. (me he permitido omitir algunas frases que son muy personales). 

Como dice Nuria el mundo no ayuda, y yo añado: el mundo esta muy loco.

Ahora sí, el día llega a su fin, solo queda esa pequeña rutina que desde hace años, repito cada noche, uno de mis deliciosos momentos,  fumar un cigarrito en la ventana, escuchando el silencio de la noche y deseando que mañana sea un precioso día.

Las pequeñeces son lo eterno, y lo demás, todo lo demás, lo breve, lo muy breve. 
 (Antonio Porchia)


“Mire sí, le cuento... Soy un ser humano, o sea de de carne y hueso, mujer para más INRI; además soy madre de dos hijas, que como humanas que son, ¡van, y me preocupan!... Además y como premio por cumplir bien con mi trabajo me he ganado un puesto de responsabilidad. Que no digo yo que no esté bien por un lado, pero que por otro me agota el alma.  Como no dispongo de poderes especiales para evitar las situaciones que afectan a este planeta, me he visto inmersa en esta puta crisis como todos los demás, y debo pelearme cada día con una pared de injusticias, exactamente igual que todos los demás. Para rematar el asunto está lo de la regla, que no para nunca, oiga, que parece que fue ayer y ha pasado ya un mes... Además, tengo que pintarme el ojo cada mañana,  depilarme e ir a la peluquería, pero no crea que disfruto con ello, ¡qué va!, es imposible relajarse un minuto porque tengo XXXXX millones de mensajes en la bandeja de entrada sin contestar y... ¡no soporto la letra negrita!. ¡Sí!, lo confieso. A esta multitud de locuras mías, se añade que soy extremadamente exigente conmigo misma y adicta a la letra “Arial 12 NORMAAAAL”, ¡no en negritaaaaaaaaaaaaaa!. El montón de revistas que me ofrece amablemente la chiquita de la peluquería, no consiguen relajarme porque me recuerdan demasiado a todas las citas que tengo comprometidas con comerciales que he tendido que “reagendar” doscientas veces,  y ¡esta peluquería se parece a la recepción de mi lugar de trabajo!.  Y no sé si usted habrá intentado tratar de responder mails en la Blackberry con la cabeza echada hacia atrás mientras le lavan la cabeza ¡y le entra agua en un ojo! Que no es serio, oiga, no es serio. Y si ya, cuando consigo contestar al director financiero, con una semana de retraso, y empiezo en sentirme menos culpable, un nuevo correo electrónico se acomoda en la bandejita de entrada de los cojones, ¡una pierde los papeles!. ¿Pero esto qué es? ¿Un bucle infernal? Yo no sé qué pensará usted, puede que yo sea demasiado sensible, pero no me diga que no tengo motivos de sobra para que, aunque sólo sea un poquito, me pueda a veces la ansiedad.  Y además, ¿qué hago yo justificándome? Yo grito por la ventana lo que me da la ganaaaaaaaaaaaaa!!!!


Pues eso, Celia.
Que es otoño, hace frío, con esto de la crisis cada vez se hace más complicado conseguir el más mínimo esfuerzo por cambiar las cosas, especialmente por parte de unos pocos... Muchas veces te toca estar en medio, y no es fácil contentar a unos y a otros. El ritmo de trabajo es una absoluta pérdida de olla. Y todo está pensado para que vuelvas a casa y te encierres en otro habitáculo, lo mismo me da los metros cuadrados que tenga, en el que te esperan nuevos problemas que solucionar. La cabeza no tiene tiempo de parar. Y no dejamos que el subconsciente nos aleje de esta locura; lo hemos corrompido también a él.

Parece que ya no hay tiempo para nada. No hay tiempo para acudir a una amiga a que te dé un abrazo sin más cuando lo necesitas. Ya nadie mira hacia arriba o hacia abajo el mundo. Ya nadie se sonríe. Y muy pocos son capaces de percatarse del detalle más nimio, pero más hermoso que nos puede estar rozando, porque nos están haciendo inmunes a la felicidad...


No eres tú, Celia. Tú no eres la que no funciona. Es que el mundo no ayuda.

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